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My Story - Student #10
Mi historia
Todo empezó un día, 15 de septiembre, con la noticia de mi papá que nosotros íbamos a salir del país. Todos lo sabíamos excepto mi hermano pequeño y algunos familiares hasta que llegó el día. Nos despedimos de nuestra familia con un dolor en el alma cuando llegó el gran día. El 24 de septiembre nos fuimos, todo parecía estar bien, pero no sabíamos qué esperar. Empezó bien, estábamos en un avión, pero en nuestras mentes sentíamos que habíamos dejado mucho atrás. Llegamos a El Salvador, pasando por dos países en avión. Llegamos en la noche y no teníamos dónde quedarnos. Buscamos hasta encontrar un lugar, pero no era muy barato. Al menos teníamos un lugar donde descansar. Al día siguiente, mis dos hermanos y yo, junto con algunas personas de nuestra caravana, partimos hacia la frontera de El Salvador y Guatemala.
Desde la frontera Salvador-Guatemala se nos empezó a poner difícil. No nos dejaban cruzar porque había mucha gente cruzando. Entonces, tuvimos que pagarle a algunas de esas personas, más conocidas como coyotes, que ayudan a los migrantes a cruzar fronteras a cambio de dinero. Nos hicieron caminar hasta otra parte de la frontera. Fueron unas tres horas de caminata por una pequeña montaña, y ciertamente así lo sentí. Llegamos. Dormimos en una casa que estaba en malas condiciones, pero que estaba bastante bien después de tres horas de escalar una montaña. Comimos y dormimos al día siguiente. Nuevamente retomamos el viaje a las 6 de la mañana. Seguimos viajando durante horas, si no todo el día. Estar con mis hermanos lo hizo más difícil. Les di todo el apoyo que necesitaban para seguir adelante. Pasamos un día entero viajando sentados en un coche. Mi hermano, que solo tenía 7 años, fue el que tuvo más dificultades para seguir el ritmo, pero yo le di todo el apoyo que necesitaba para seguir caminando. Tuvimos que cruzar toda Guatemala hasta llegar a la frontera con México.
Pensábamos que el resto del viaje iba a ser fácil, hasta que, metafóricamente hablando, te tiran un balde de agua fría. Mis hermanos y yo llamamos a México ese balde de agua fría. Desde el principio, nada más cruzar la frontera, nos dimos cuenta de lo difícil que iba a ser. Llegamos a una casa que era muy mala para gente como nosotros. Nunca habíamos visto tanta gente en una casa sencilla. Había más de 200 personas. Mi hermano pequeño enfermó. Como no había nada bueno que ver, había gente de todos los países y nacionalidades hasta que finalmente llegamos a la salida. Nuestro corazón volvió a la tierra y llegamos a un hotel. Dormimos y comimos todo lo que pudimos, porque sabíamos que el resto del viaje no iba a ser fácil, y menos teniendo que hacerlo mis dos hermanos y yo solos.
Empezamos el día. No había noticias de nada, sólo que saldríamos de noche. Pudimos descansar lo suficiente para partir al día siguiente y ahí empezó todo. No dejamos de viajar. Viajamos durante 72 horas sin parar por caminos en muy mal estado en los baúles de los autos. Ya nadie podía hacer más; ni yo ni mis hermanos, pero teníamos que ser fuertes con la esperanza de poder volver a ver a nuestros padres. Llegamos a una casa de muy buenos mexicanos. Fue complicado para nosotros. Parecía demasiado bueno para ser verdad. En una semana íbamos a cruzar todo México. Llegamos a una casa rodeada de buena gente. No voy a negar que me gustó una chica de allí, pero ese romance fue sólo para el viaje. Fue entonces cuando me enfermé. Era una enfermedad que nunca había experimentado en mi vida. Tenía frío a pesar de que él estaba sudando. Tuve que recuperarme para esa noche; Esa noche lo fue todo. Íbamos a llegar a la frontera. Después, a mi papá le habían estafado mucho dinero tratando de ayudarnos a cruzar desde Nueva York.
Llegamos a la frontera. Descansamos un día en una casa para salir por la noche. Todos estábamos ansiosos por cruzar esa frontera. Tuvimos que caminar cuatro horas más para cruzar esa bendita frontera. A mi hermano pequeño ya no le quedaba nada. Cruzamos espinas en el horrible desierto y así cruzamos todo. Fue un alivio para nuestros corazones. Volábamos, sentíamos orgullo por el viento, la esperanza de volver a ver a nuestros padres y así termina mi pequeña historia.
Este viaje nos ayudó a mí y a mis hermanos a ver que a pesar de las cosas malas o buenas que estemos pasando, siempre estaremos juntos. Nos ayudó a ser más fuertes, prepararnos para todo lo que viene y estoy muy agradecido con la gente de este país por recibirnos de muy muy buena manera. Este viaje nos ayudó a reunirnos con nuestros padres. También agradezco a las personas en el camino hasta aquí que nos ayudaron. A pesar de las malas experiencias, mis hermanos y yo éramos fuertes.
No podría estar más orgulloso de ellos.
My story
It all started one day, September 15, with the news from my dad that we were going to leave the country. We all knew, except my little brother and some family members, until the day came. We said goodbye to our family with a pain in our souls when the big day arrived. On September 24 we left, everything seemed fine, but we didn't know what to expect. It started well, we were on a plane, but in our minds we felt like we had left a lot behind. We arrived in El Salvador, passing through two countries by plane. We arrived at night and had nowhere to stay. We searched until we found a place, but it wasn't very cheap. At least we had a place to rest. The next day, my two brothers and I, along with some people from our caravan, left for the border of El Salvador and Guatemala.
From the Salvador-Guatemala border it started to become difficult for us. They wouldn't let us cross because there were many people crossing. So, we had to pay some of those people, better known as coyotes, who help migrants cross borders for money. They made us walk to another part of the border. It was about three hours of walking on a small mountain, and it certainly felt like it. We arrived. We slept in a house that was in poor condition, but it was good enough after three hours of climbing a mountain. We ate and slept the next day. Again, we resumed the trip at 6 am in the morning. We continued traveling for hours, if not the whole day. Being with my brothers made it more difficult. I gave them all the support they needed to move forward. We spent a whole day sitting in a car traveling. My brother, who was only 7 years old, had the most difficulty keeping up, but I gave him all of the support he needed to continue walking. We had to cross all of Guatemala until we reached the border with Mexico.
We thought that the rest of the journey was going to be easy–until, metaphorically speaking– a bucket of cold water gets thrown on you. My brothers and I call Mexico that bucket of cold water. From the beginning, just after we crossed the border, we realized how difficult it was going to be. We arrived at a house that was very bad for people like us. We had never seen so many people in a simple house. There were more than 200 people. My little brother fell ill. Since there was nothing good to see, there were people from all countries and nationalities until we finally reached the exit. Our heart returned to earth and we arrived at a hotel. We slept and ate everything we could, because we knew that the rest of the trip was not going to be easy, and even less so, with my two brothers and I having to do it alone.
We started the day. There was no news of anything, only that we were going out at night. We were able to rest enough to leave the next day and that's where it all started. We didn't stop traveling. We traveled for 72 hours without stopping down very bad roads in car trunks. Nobody could do more anymore; neither me nor my brothers, but we had to be strong in the hope of being able to see our parents again. We arrived at a house owned by some very good Mexican people. It was complicated for us. It seemed too good to be true. In one week we were going to cross all of Mexico. We arrived at a house surrounded by good people. I won’t deny that I liked a girl there, but that romance was only for the trip. That's when I fell ill. It was a disease I had never experienced in my life. I was cold even though he was sweating. I had to recover for that night; that night was everything. We were going to reach the border. After, my dad had been scammed out of a lot of money trying to help us cross from NY.
We arrived at the border. We rested one day in a house to go out at night. We were all eager to cross that border. We had to walk four more hours to cross that blessed border. My little brother didn't have anything left in him. We crossed thorns in the horrible desert and so we crossed everything. It was a relief for our hearts. We were flying, we felt pride in the wind, the hope of seeing our parents again and that's how my little story ends.
This trip helped me and my brothers see that despite the bad or good things we are going through, we will always be together. It helped us become stronger, prepare for everything that comes and I am very grateful to the people in this country for receiving us in a very very good way. This trip helped us reunite with our parents. I also thank the people on the way here who helped us. Despite the bad experiences, my brothers and I were strong.
I couldn't be more proud of them.