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My Story: Student #6

Student artwork

Esta es la vida de un inmigrante: El inmigrante quien pierde todo lo que más ama. La vida no es tan fácil. Te amo Honduras.

Mi historia empieza un domingo por la tarde. Un amigo de mi hermano me dijo que mi hermano quería hablar conmigo, pero yo estaba trabajando. Yo le dije que después podía hablar. Él me dijo eso mientras yo trabajaba en una pecera. Yo le pregunté a mi patrona si me podía dar permiso porque alguien me quería hablar y ella me dijo que si. Mi hermano me dijo que si quería venirme a los USA y si podía dejar hablar con mis abuelos y mis dos segundos padres. El me dijo que sí y a las 12:30 por la tarde llegué a la casa como siempre. Mi abuela ya me tenía el café y yo les dije a mis abuelos y a mi mamá, “les tengo que hacer unas preguntas a ustedes. Es que me tienen un viaje para los USA. Ya que ustedes son mis dos segundos padres y mis abuelos, me dijeron que era una buena decisión hablar con ustedes.” Les pregunté si podía viajar a los USA porque a mi me gusta trabajar mucho y en los USA hay más oportunidades. Y así fue. El día 4 de septiembre de 2021 salimos. Tuvimos una semana en un lugar de mi país, Honduras, porque al día siguiente íbamos para Guatemala.

Llegamos a Guatemala y unas mujeres dijeron que los menores de 18 años iban a pasar porque son menores de edad. Me llamaron y me dijeron, “ven. Tu eres de 15, ¿verdad? “Si,” contesté. Me llevaron a un carro y me llevaron hasta Monterrey, México. En Monterrey, me secuestraron los Zetas. Los Zetas son personas de una organización criminal. Detienen a los inmigrantes para pedirles dinero de sus familiares acá en los EE.UU para poder dejarlos pasar. Miembros de los Zetas me metieron en una casa donde estaban. Éramos 52 personas, incluyendo niños de seis a siete años también. Pusieron una bolsa en mi cabeza para taparme los ojos y para que no pudiera ver dónde me iban a llevar. Tuvimos seis meses atrapados. Yo sé que fueron seis meses porque el primer día nos pidieron los contactos de nuestros familiares en EE.UU. Nadie quiso dar los números. Debido a eso, nos dijeron que iban a llegar cada mes para pedirnos los números de nuestros familiares hasta que se los diéramos. Vinieron seis veces después de esa vez.

Estábamos en un cuarto pequeño sin ventanas. El suelo era tierra. No había luces y fuimos al baño cavando un agujero en la tierra en la esquina del cuarto. Tenía una sola puerta. Fuera de la puerta, siempre había un solo guardía. Solo podíamos comer pan y beber agua cuando los Zetas querían darnos algo. Pienso que comíamos cada tres días. Todos los inmigrantes nos mantenían sentados y encadenados en el suelo. En el sexto mes, el guardía estaba tomando. Nosotros vimos una botella de cerveza que él ya tomó. Le pegamos en la cabeza y así pudimos escapar.

Para la suerte de nosotros, yo tengo familia en Monterrey. Llegamos a la orilla del río. Allí encontramos a una señora. Le pedimos su teléfono para contactarme con mi tía en Monterrey. El grupo y yo pasamos la noche en Monterrey en una montaña. Le expliqué a mi tía donde estábamos y nos escondimos cerca del río hasta que mi tía pudo llegar. Mi tía y mi primo vinieron por mí y por los demás en dos minivans. Hicieron dos viajes para poder llevar a las 45 personas que pudimos escapar de las 52 que secuestraron. Mi tía nos dio comida. Le presté el teléfono para que llamaran a nuestra familia, pero en vez de hablar con mi familia, hablé con mi coyote. No querría decirle a mi familia lo que pasó. Mi hermano, antes de salir de Honduras, me dijo que trajera el número del coyote conmigo en el viaje escondido en los zapatos. Cuando llamé al coyote, él me dijo que nos encontráramos en otro lugar. El coyote formó un plan para que nosotros pudiéramos cruzar el río en una balsa negra, para que nadie nos pueda ver cruzando en la noche. La migración nos recogió. Cuando estaba con la migración de los EE.UU, llamé a mi hermano para decirle que llegué. Todavía, no quiero que ellos sepan lo que me pasó. El momento más feliz fue cuando vi a mi mama por primera vez en este país. Lloré, porque tuve 16 años sin ella. Después mi segunda mamá me llamó para decirme que mis abuelos ya habían muerto de tristeza porque yo no estaba con ellos. Trabajaba para ellos. Les compraba comida y los visitaba todos los días. Cuando me dijeron las noticias que mis abuelos estaban muertos no quise comer por dos meses porque yo estuve toda mi vida con ellos. Me siento culpable por su muerte. Por un lado, estoy arrepentido de venir acá, pero al otro lado, no.


THIS IS THE LIFE OF AN IMMIGRANT: THE IMMIGRANT WHO LOSES EVERYTHING THAT THEY LOVE THE MOST. LIFE IS NOT SO EASY. I LOVE YOU HONDURAS.

My story begins on a Sunday afternoon. A friend of my brother told me that my brother wanted to talk to me, but I was working. I told him that he could talk later. He told me that while I was working in a fish hatchery. I asked my employer if she could give me permission because someone wanted to talk to me and she said yes. My brother asked me if I wanted to come to the USA and if I would talk to my grandparents and my two second parents about it. He said yes and at 12:30 in the afternoon I got home as usual. My grandmother already had the coffee for me and I told my grandparents and my mother, “I have to ask you some questions. It's that they have a trip for me to the USA. Since you are both my second parents and my grandparents, they told me it was a good decision to talk to you." I asked them if I could travel to the USA because I like to work a lot and in the USA there are more opportunities. So it was decided. On September 4, 2021 we left. We spent a week in a place in my country, Honduras, because the next day we were going to Guatemala.

We arrived in Guatemala and some women said that those under 18 years of age were going to pass because they are minors. They called me and said, “come. You are 15, right? "Yes," I answered. They took me to a car and took me to Monterrey, Mexico. In Monterrey, the Zetas kidnapped me. The Zetas are people from a criminal organization. They stop immigrants to ask for money from their relatives here in the US to be able to let them through. Members of the Zetas put me in a house where they were. We were 52 people, including children from six to seven years old as well. They put a bag over my head to cover my eyes so that I couldn't see where they were taking me. We were kidnapped for six months. I know it was six months because the first day they asked us for the contacts of our relatives in the US. Nobody wanted to give the numbers. Because of that, they told us that they would come every month to ask us for the numbers of our relatives until we gave them to them. They came six times after that first time.

We were in a small room with no windows. The ground was dirt. There were no lights and we went to the bathroom by digging a hole in the dirt in the corner of the room. It had only one door. Outside the gate, there was always only one guard. We could only eat bread and drink water when the Zetas wanted to give us something. I think we ate every three days. They kept all the immigrants sitting and chained to the ground. During the sixth month, the guard was drinking alcohol. We saw a bottle of beer that he already drank. We hit him on the head and that's how we were able to escape. Luckily for us, I have family in Monterrey. We reached the river bank. We found a woman there. We asked to borrow her phone to contact my aunt in Monterrey. The group and I spent the night in Monterrey on a mountain. I explained to my aunt where we were and we hid near the river until my aunt could get there. My aunt and cousin came for me and the others in two minivans. They made two trips to be able to take the 45 people that were able to escape from the 52 that they kidnapped. My aunt gave us food. I lent him the phone so they could call our family, but instead of talking to my family, I talked to my coyote. I didn’t want to tell my family what happened. My brother, before leaving Honduras, told me to bring the number of the coyote with me on the trip hidden in my shoes. When I called the coyote, he told me to meet somewhere else. The coyote formed a plan so that we could cross the river in a black raft, so that no one could see us crossing at night. Immigration picked us up. When I was with the US immigration, I called my brother to tell him that I had arrived. Still, I don't want them to know what happened to me. The happiest moment was when I saw my mom for the first time in this country. I cried, because I hadn’t seen her in 16 years. Then my second mom called me to tell me that my grandparents had already died of sadness because I wasn't with them. I worked for them. I bought them food and visited them every day. When they told me the news that my grandparents were dead, I didn't want to eat for two months because I had been with them all my life. I feel guilty for their deaths. On one hand, I regret coming here, but on the other hand, no.